lunes, 30 junio, 2025
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ONG denunció abandono del arbolado público en Resistencia

El colectivo ambientalista Árboles Urbanos, conformado por ciudadanos, artistas, profesionales y activistas, cumplió 15 años de trabajo sostenido en la defensa del arbolado público urbano en Resistencia.
Sin embargo, el aniversario encontró a sus referentes en estado de «alerta y desesperación» ante lo que consideran una política oficial de abandono, negligencia y acciones «peligrosamente destructivas» por parte del municipio.
«Estamos desesperados. Lo que están haciendo con el arbolado es gravísimo. No tienen ni idea, y están al frente de decisiones que van a impactar durante generaciones», sentenció Néstor Braslavsky, uno de los voceros históricos del colectivo.
En diálogo con Radio Libertad, expresó su indignación por las intervenciones recientes: «Sacan unos tipos, unos orcos con motosierra que hacen cualquier cosa».
Desde su fundación, Árboles Urbanos ha sido un espacio de articulación ciudadana y militancia verde. La iniciativa nació hace tres lustros frente a la amenaza de extracción de tipas centenarias en Ameghino y Las Heras, a metros de la plaza 25 de Mayo.
Asimismo, Vanina Abras, otra de sus referentes, relató: «Nos convocamos con artistas, vecinos, músicos… Era el comienzo de las redes sociales y se armó una movida enorme. Desde entonces no paramos».

«No hay política
de arbolado»
Braslavsky, con tono severo, apuntó directamente contra el municipio de Resistencia, al que acusó de ignorar reclamos y rechazar el diálogo. «Ya pedimos audiencias varias veces al intendente. Nunca nos recibió. No existe una política pública real de arbolado. Salen a hacer podas masivas, sin diagnóstico previo, sin personal capacitado, y cortan como quien corta el pelo, sin saber que están dañando organismos vivos», dijo.
El referente describió escenas recientes de mutilación de árboles históricos: «Había una tipa que ya había sido podada en forma agresiva. Es una técnica que se aplica en árboles centenarios para prolongar su vida.
Se le saca la copa y el árbol, con la energía acumulada, logra emitir brotes nuevos que duran 10 o 15 años más. Bueno, esa tipa la cortaron de base. ¿Con qué criterio?».
Desde el colectivo alertaron que las consecuencias de estas malas prácticas no se verán de inmediato, sino en el mediano y largo plazo. «El daño es invisible por ahora, pero van a empezar a aparecer hongos en las heridas de los cortes, pudrición interna, caída de ramas, e incluso vuelcos enteros ante tormentas. Y después dirán que el árbol se cayó solo, sin saber que fue por lo que hicieron hoy», explicó Braslavsky.

Calor extremo, veredas sin sombra
En paralelo a las denuncias técnicas, los referentes remarcaron que el problema también impacta directamente en la salud y la calidad de vida urbana. «Caminar 20 metros en Resistencia en pleno verano es una locura. Hablamos de temperaturas de 50 °C. El año pasado mi mamá casi se muere de un golpe de calor yendo al mercadito», relató Braslavsky.
«El arbolado es una cuestión de salud pública, no es un lujo. Es parte del derecho a la ciudad. Y lo que están haciendo es destruir ese derecho.
Sin árboles, se pierde la sombra, se eleva la temperatura del suelo, aumenta la contaminación y se compromete el bienestar de las personas, sobre todo de los mayores y niños», agregó.

«Nos consultan
por todo»
Por su parte, Vanina Abras, una de las fundadoras del colectivo, en contacto con Radio Natagalá, describió el rol que cumplen desde hace años como una suerte de «guardia no oficial del arbolado público».
«Nosotros recibimos denuncias, pedidos de ayuda, consultas sobre poda, sobre raíces, sobre especies. Mucha gente no tiene dónde recurrir. La Municipalidad no contesta, no tiene líneas habilitadas, y las respuestas técnicas nunca llegan», comentó.
El colectivo se ha convertido, en muchos casos, en la única referencia confiable para el vecino que busca preservar un árbol. «Nos llaman porque están por instalar un quiosco y quieren cortar un árbol. Nos llaman porque se les está cayendo un muro y no saben qué hacer con las raíces.
Siempre les decimos: primero, que no actúen de forma impulsiva; segundo, que pidan autorización al municipio. Pero sabemos que muchas veces no obtienen respuesta», lamentó.

Sin protocolos
ni planificación
Según relataron ambos referentes, el municipio carece de un plan técnico sostenido. «No hay personas idóneas a cargo. Cambian al responsable del área de ambiente todo el tiempo. No hay continuidad, no hay gestión técnica ni compromiso.
Nosotros estuvimos sentados con funcionarios de todos los colores políticos, pero cada nueva gestión arranca de cero y desarma todo lo anterior», explicó Abras.
En ese sentido, recordó una experiencia positiva con la gestión de Jorge Capitanich como intendente: «Ahí logramos una guardia ambiental, que fue lo máximo.
Eran vehículos identificados que acudían ante denuncias y podían actuar rápido para evitar daños. Hoy eso no existe. La gente está sola».

Sin control
Un punto crítico señalado por los activistas es la falta de controles sobre las empresas que operan en la vía pública.
«Capacitamos a operarios de Sameep y Secheep. Pero no a las empresas tercerizadas que contratan. Entonces te encontrás con trabajadores que nunca recibieron formación, que podan a machetazos o cortan raíces como si fueran tuberías», señaló Abras.

Una historia de activismo barrial que creció: 15 años de defensa

La génesis del colectivo Árboles Urbanos se remonta a 2009, cuando un grupo de amigos, artistas, profesionales y vecinos de la ciudad de Resistencia decidió organizarse frente a una amenaza concreta: la inminente extracción de árboles centenarios en la intersección de Ameghino y Las Heras.
«Fue por la muerte de una escribana, dueña de esa casa. Los herederos pidieron que se extrajeran las tipas del frente, árboles con más de 80 años, porque querían renovar la vereda. Nos enteramos por una publicación de Néstor en redes, y ahí nos organizamos. Era la época en que recién comenzaba Facebook», recordó Vanina Abra.
La intervención fue pacífica, artística y simbólica. Con música en vivo, tejido colectivo, carteles e intervenciones urbanas, el grupo logró visibilizar la causa y evitar la tala. «Ese fue nuestro primer acto de resistencia. Desde entonces, no paramos», aseguró.
Desde sus inicios, Árboles Urbanos incorporó un enfoque creativo para llamar la atención sobre la problemática ambiental. «Hicimos muchas acciones en el espacio público. Interveníamos árboles con tejidos, hacíamos conciertos, organizábamos caminatas guiadas. Era otra forma de decir: los árboles también son vecinos», relató Abras.
Además, establecieron vínculos con organizaciones de arte, universidades y fundaciones. «Nos convocaron desde Corrientes, participamos en exposiciones, formamos redes. Fue una etapa de gran expansión. Todo era autogestivo y sin banderías políticas. Trabajamos por y para la comunidad», enfatizó.
Con el tiempo, el colectivo fue asumiendo tareas más complejas, como la capacitación a empresas públicas y el asesoramiento a particulares. «Hicimos capacitaciones para Sameep, Secheep, la Escuela de Jardinería. Enseñamos cómo se debe podar, cómo se trata una raíz, cómo se calcula la proporción de copa», detalló.

¿Qué árbol plantar y dónde?
Consultada sobre las especies adecuadas para veredas urbanas, Vanina Abra fue contundente: «Yo ya no recomiendo más los árboles de gran porte. La gente ama los lapachos y los palos borrachos, pero no son aptos para veredas. El palo borracho, por ejemplo, tiene raíces superficiales muy agresivas. Se levantan, invaden, rompen todo».
Según explicó, el espacio disponible en veredas urbanas suele ser insuficiente para árboles de gran desarrollo. «Los canteros son chicos. Los árboles no solo toman agua, también necesitan materia orgánica. Y en la ciudad no tienen dónde buscarla. Entonces, crecen mal y se vuelven peligrosos», dijo.
En ese sentido, recomendó acudir a viveros municipales, solicitar asesoramiento técnico y elegir especies acordes al entorno: «Hay especies nativas que se adaptan mejor. Pero también es importante entender que cada caso es único. No es lo mismo plantar frente a una escuela que en un barrio con cableado aéreo».

Ley y ordenanzas que nadie cumple
Una de las principales preocupaciones del colectivo es el incumplimiento sistemático de la legislación vigente. «Existe una ley provincial de árboles históricos, la Ley 5064. También hay ordenanzas municipales que regulan el arbolado urbano. Pero no se aplican. No hay controles, no hay base de datos, no hay planificación», denunció Abras.
Una herramienta que podría marcar la diferencia es el Registro de Árboles Históricos, que existe formalmente pero no se utiliza. «No hay un solo árbol registrado. Y tenemos ejemplares que fueron plantados por el doctor Ramón Carrillo, por ejemplo. Son parte de la historia de la ciudad», lamentó.
También mencionó la falta de acciones concretas en el mantenimiento del arbolado antiguo: «Hay árboles cubiertos de muérdago, otros plagados de clavel del aire. Nadie hace limpieza fitosanitaria. Y cuando se hace, se hace mal, sin criterios. La consecuencia es que esos árboles se mueren y nadie lo ve hasta que se caen».
Una de las situaciones más frecuentes que atiende Árboles Urbanos son los conflictos por raíces que rompen veredas o muros. Frente a estas situaciones, Abras remarcó que existen protocolos técnicos claros, pero que rara vez se aplican.
«Lo primero es medir: altura, copa, distancia del tronco a la propiedad. Si es necesario cortar raíces, hay que bajar primero la copa para evitar que el árbol se caiga. Después se abre una zanja de 20 a 25 cm de ancho y 80 de profundidad, se cortan las raíces bien, no a machetazos, y se coloca un tabique de concreto con malla», explicó detalladamente.

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