sábado, 5 julio, 2025
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En La Rural. Emprendimientos familiares, el gran denominador común en Caminos y Sabores

En los pasillos de La Rural, hay aromas de todos los puntos del país. Dulce de leche, salames, vinos, tortas, mariscos y mieles de la Argentina conviven en una sinfonía federal en la feria Caminos y Sabores, que este año reúne a más de 550 emprendedores y se extiende hasta el domingo, de 12 a 20. Hay catas, charlas, platos regionales, música y gente de todas las edades. Pero no solo eso: detrás de cada producto, hay una historia.

Una de esas es la de Ángela Bartolomeo, dueña de La Barraca, un emprendimiento marplatense de quesos y fiambres artesanales que empezó en 1990. “Es un emprendimiento familiar que comenzó hace más de 30 años. Tenemos dos locales en Mar del Plata y ahora vamos a abrir uno en Buenos Aires para que la gente nos tenga todo el año también acá”, cuenta Bartolomeo, mientras acomoda algunos salames y quesos de oveja. “Tenemos pequeños productores que fabrican para nosotros, todo en la zona de Mar del Plata. Tenemos pechito de cerdo, salame de finas hierbas, y hasta sobrasada mallorquina”, enumera.

Ángela Bartolomeo, de La BarracaCamila Godoy – LA NACION

Pero no todo es salado. Cerca de La Barraca, se exhiben también los dulces regionales, las mermeladas, el limoncello y una joyita que habla del sur profundo: la torta galesa. “Se produce en el sur desde que desembarcaron los galeses en las costas de Puerto Madryn, en 1865. Ellos trajeron la receta, pero la adaptaron a los ingredientes que tenían en la Patagonia. Así nace la torta galesa patagónica”, explican desde Memorable, un negocio familiar nacido en Chubut hace 28 años.

La historia viene con apellido: Hilda Jones. “Era nuestra bisabuela. Ella trajo la receta. Se hace con frutas, pasas, nueces, y se deja macerar en cubas de roble con licores y especias. Ese proceso dura entre 7 y 10 días, y tanto el azúcar como el alcohol son conservantes naturales, y eso le da la durabilidad a la torta. Puede durar años y años”, explican con pasión. El producto estrella de la casa es el bocadito, una porción de torta galesa con cobertura de chocolate.

Los productos de MemorableCamila Godoy – LA NACION

Además, Memorable produce alfajores con frutas finas del sur y dulce de leche. “Tenemos siete gustos distintos, y todo lo hacemos en Chubut. Cada alfajor se rellena manualmente. La producción es acotada porque no usamos conservantes; la vida útil es de 60 días”, detallan. Y aunque su centro de operaciones está en la Patagonia, hoy tienen también una tienda en la Capital: “Estamos en Malabia 1325, donde vendemos todos nuestros productos”.

Ambos emprendimientos, La Barraca y Memorable, participan de Caminos y Sabores desde las primeras ediciones. “Hace 17 años que estamos”, dice Bartolomeo.

A pocos metros del stand marplatense, el aire cambia. Huele a mar y a montañas. Un cartel anuncia Ahumadero Ushuaia, y detrás del mostrador está Sergio Amaya, fundador del emprendimiento. “Arrancamos en 2010, con un socio ruso. Los dos somos navegantes, pescadores, gente de mar. Y un día dijimos: ‘¿Por qué no aprovechar la riqueza del canal Beagle y agregarle valor?’”, cuenta con la tranquilidad de quien conoce cada rincón de su oficio. Así nació el ahumadero, pero con los años se volvió mucho más que eso.

Sergio Amaya, junto a su esposa en el stand de Ahumadero UshuaiaCamila Godoy – LA NACION

Hoy ofrecen centolla, centollón, mejillones, trucha, langostinos, merluza negra, róbalo, salmón y pulpo. Algunos productos frescos, otros congelados, otros ahumados, todos con el sello de Tierra del Fuego. “En el local de allá tenemos una mesa de hielo con pescado fresco del día. También vendemos pescado congelado y envasado al vacío, listo para que el turista se lo lleve. Hay una línea para los vecinos del pueblo y otra para quienes viajan”, explica Amaya. El negocio, como muchos en esta feria, es familiar: sus hijas, su esposa, empleados y pescadores forman parte del equipo. “Estamos en Caminos y Sabores desde 2013, vinimos todos los años salvo los de pandemia y el año pasado, que no pudimos por un tema económico”, dice con una sonrisa.

A pocos metros del stand fueguino, hay una mujer que habla suave y firme, con orgullo norteño. Raquel, de Bodega La Selestina, está por primera vez en Caminos y Sabores, pero su historia tiene raíces profundas. “Somos una bodega artesanal ubicada en La Quebrada de Humahuaca, en Jujuy. Muy pequeña, familiar. Tenemos ocho varietales entre tintos y blancos, la mayoría jóvenes, aunque también algunas reservas”, explica.

Raquel, de Bodega La Selestina (Jujuy)Camila Godoy – LA NACION

Los vinos de altura tienen un carácter distintivo, y Raquel lo resume con precisión: “Tienen una coloración y aromas intensos. Eso se debe a la amplitud térmica de la zona y a los suelos. Son vinos con personalidad, que han recibido devoluciones tremendas, comparables con los de alta gama. Los invitamos a probarlo”. La bodega nació en una familia de productores de verduras y flores. “Queríamos innovar, dar un vuelco distinto a lo que hacíamos. Empezamos de cero, aprendimos, y hoy estamos acá, mostrando y vendiendo los vinos”, dice.

Raquel sirve un vino de muestraCamila Godoy – LA NACION

El nombre La Selestina no es casual: es un homenaje a su madre. “Como es un emprendimiento familiar, ella también tenía que estar con nosotros”, dice Raquel. Sus productos llegan a distintos puntos del país por encargo. “Es una bodega boutique, de distribución particular. Trabajamos a pedido, con cuidado, como se hace lo artesanal”, completa.

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