miércoles, 10 septiembre, 2025
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Bolivia subió 500 metros y escribió una historia (parcial) de emoción imparable: Ancelotti respiró Sudamérica y se quejó del VAR

Bolivia y su gran amiga la altura serán un tema recurrente en los debates que aparecen eliminatoria tras eliminatoria. La complejidad notoria en los físicos de los futbolistas visitantes siempre lleva a las afirmaciones de que “no se puede jugar” y hasta se reza para que a ningún jugador le ocurra algo. Caso siempre excepcional de la clásica frase futbolera “la condición es la misma para los dos”. Vaya si El Alto lo reflejó en este camino al Mundial 2026. La Verde consiguió este martes el boleto al repechaje tras vencer a Brasil y el techo del mundo es una fiesta.

32 años serán los que se cumplan en 2026 desde la última vez que el conjunto del altiplano tuvo lugar en una Copa del Mundo. Fue la de Estados Unidos 1994, en la que no superó la fase de grupos. Hoy ni siquiera puede referirse a que sólo un rival lo separa de volver a estar en la gran cita. O sí, dependiendo de quiénes son sus acompañantes en el nuevo sistema de clasificación mediante esta vía. Poco le importa a su nación, que estará expectante hasta marzo.

Las lágrimas de sus futbolistas al entonar el himno expusieron la plena conciencia sobre el significado que tenía para Bolivia, como país y selección, y para ellos mismos. Así lo vivieron, así lo jugaron y así lo ganaron, más allá de la enorme polémica que rodeó al penal de la euforia. Y aunque Brasil se queje tanto de la acción como de las dificultades de los 4.150 metros de altura (como cada combinado), ellos defienden su lema: “Se juega donde se vive”.

Esta vez, La Paz se tornó su peor enemiga. Más que el llano de cualquier otro país, en donde apenas cosechó un triunfo (a Chile, en Santiago). En una clasificatoria más accesible por la cantidad de boletos aumentados, caer en el estadio Hernando Siles ante la Argentina campeona del mundo por una goleada feroz (3-0) y, luego, con Ecuador (2-1) replanteó la localía, más allá de ganarle en la quinta fecha a Perú (2-0).

Su fuerte ya no era tal. No porque los 3650 metros de La Paz perdieran su magia, sino porque la evidente baja calidad de sus futbolistas no podía abrumar a los rivales. Las dificultades de jugar tan arriba parecía aturdir más a los anfitriones que a los desconocidos. Además, en esas primeras seis jornadas no consiguió puntos en Brasil (1-5), Paraguay (0-1) ni en Uruguay (0-3).

Óscar Villegas asumió en la séptima fecha, misma jornada en la que Bolivia comenzó a jugar en El Alto: su gestión hizo que Bolivia cosechara 14 puntos en los 4.150 metros.Juan Karita – AP

Hasta que apareció Óscar Villegas, el entrenador que reemplazó a Gustavo Costas, hoy DT de Racing, y retocó el plantel. Y también modificó la localía: tomó la decisión de ir a El Alto. Con 500 metros adicionales, no perdió más en su tierra y cosechó 14 puntos de los 20 con los que cerró anoche el séptimo lugar. Lo sufrieron Venezuela (4-0), Colombia (1-0), Chile (2-0) y Brasil (1-0). Apareció en el momento justo: desde aquel cruce con la Vinotinto hilvanó tres triunfos consecutivos, con la visita a “La Roja” incluida. Quizás, terminó siendo más esencial que el éxito final.

Además, desde esos nueve puntos la racha fue adversa. Al encuentro definitivo ante la Canarinha llegó con sólo una victoria en los anteriores ocho encuentros. Paraguay (2-2) y Uruguay (0-0) habían soportado El Alto sin lograr diferencias y cayó en cada visita, recibiendo 18 goles en cinco partidos. El sueño boliviano era (casi) una utopía.

La discutible sanción del penal crucial que convirtió Miguel Terceros se recordará mucho tiempo. Carlo Ancelotti lo señaló en su conferencia: “El partido fue muy especial en todos los sentidos. El VAR pitó un penalti… Cosas que se pueden mejorar. Creo que lo haremos bien en el Mundial, tengo plena confianza”. A propósito, en Brasil no pasó a la ligera la derrota: es la primera ante Bolivia desde 2009 y es la segunda vez en la historia que cae ante este rival sin marcarle goles.

Samir Xaud, presidente de la Confederación Brasileña, se refirió al combo completo: “Lo que ocurrió es triste. Vinimos a jugar al fútbol ​​y lo que vimos desde que llegamos fue falta de juego. Incluso a esta altitud de 4000 metros, jugamos contra los árbitros, la policía y los recogepelotas, sacando los balones del campo y metiéndolos en él”, criticó las maniobras que se vieron para intentar detener los ataques de los brasileños. “Este tipo de actitud, sobre todo en la altura, dificulta el fútbol. Espero que Conmebol tome medidas. Es absurdo, fue un verdadero desastre”, se enfureció.

En Bolivia poco importó. Ese llanto inicial con las estrofas del himno se multiplicaron al oír el pitazo final. Arrodillados, tendidos, abrazados. Como les salió, pero casi todos desahogándose de emoción. Empleados que filmaban los festejos y lloraban a la par. Personal médico del estadio abrazados en ronda, a los saltos. En las tribunas, los bolivianos luchaban entre el sentimiento y la necesidad: lagrimear y que la retina contuviera las fotos o bien registrar prolijamente con los celulares cada momento de una noche histórica.

“Recién llegamos al hotel. La gente está muy emocionada, como nosotros. Cada pelota que atajaba a lo último ya me ponía a llorar, no quería soltarla”, le contó el arquero Carlos Lampe a ESPN en horas de la madrugada. Por eso, ya es viral la locura y emoción de un relator boliviano al que el inconsciente lo llevó al error una y otra vez: “¡Llegamos al repechaje!… ¡Volvimos al Mundial!”.

Los políticos expusieron su euforia en las redes sociales. El presidente de Bolivia, Luis Arce, posteó un amplio agradecimiento a los protagonistas, sin correr del éxito a la gente: “Nuestra Verde ha logrado la hazaña… Es la recompensa al esfuerzo y a la dedicación de nuestros jugadores, pero también a la fe de un pueblo que ama el fútbol”.

Por su parte, los alcaldes de La Paz y Cochabamba, Iván Arias Durán y Manfred Reyes Villa, respectivamente, dedicaron más sensaciones. “Al borde de las lágrimas, desbordado de emoción… Estamos con un pie adentro del Mundial”, escribió el primero, mientras que el segundo publicó su aparición del mismo martes en un canal de televisión pronosticando el resultado que se dio.

Bolivia es una fiesta. En X (anteriormente Twitter), la gente le pide a su presidente que decrete feriado para salir otra vez a las calles y prolongar la efusividad. En marzo le quedará un paso. O dos. “De nada sirve todo esto si no lo logramos. Vamos a trabajarlo”, fue claro Lampe. Es que, tras los festejos de seis meses, vendrá lo más complicado.

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